Un avión sobrevuela un área de Tonga que muestra la fuerte caída de cenizas. (Foto: Wikimedia)

La erupción del volcán de Tonga y sus consecuencias

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A mediados de enero del 2022, la isla de Tonga fue azotada por la erupción de un volcán submarino situado en sus costas del Pacífico.

La catástrofe produjo un gran desastre con 3 víctimas mortales hasta el momento y daños materiales que dejaron al país incomunicado. Un cable submarino de fibra óptico se destruyó y su reparación demoraría más de 2 semanas.

La erupción del Hunga-Tonga-Hunga-Ha ‘pai

La región de Tonga ha capturado la atención del mundo entero por la erupción de un volcán submarino que tuvo lugar en sus costas. El impacto fue de tal magnitud que incluso en España aumentó el nivel del mar en comunidades como las Islas Baleares.

La zona de la erupción está compuesta por dos islas deshabitadas a unos 65 km de la capital de Tonga. Por debajo de estas islas se encuentra un volcán de 1.800 metros de altura y 20 km de ancho.

El volcán ha entrado en erupción de manera regular durante la década pasada. Sin embargo, fueron erupciones de baja magnitud que no causaron problemas.

La causa detrás de las erupciones

Las erupciones de gran intensidad ocurren porque el magma, que se encuentra a una temperatura de 1.200 grados Celsius, sale del suelo repleto de gas volcánico. Al entrar en contacto directo con el agua fría, las capas de vapor se rompen y se produce lo que los vulcanólogos llaman interacción combustible-refrigerante.

De esta manera, comienza una reacción en cadena que produce fuertes explosiones que repiten la misma interacción una y otra vez.

Las consecuencias de la erupción

La última erupción causó, por un lado, ondas sonoras que alcanzaron los 6.500 kilómetros de distancia y demoraron 12 horas en llegar al territorio de Alaska. Además, se produjo un fenómeno conocido como ondas de presión o de choque que modificaron la presión atmosférica de manera considerable y produjeron el aumento en el nivel del mar.

Este fenómeno es conocido como meteotsunami y produjo subidas y bajadas drásticas a lo largo y ancho del océano Pacífico. En algunas zonas, incluso, se registraron alertas de tsunami.

Por el otro lado, la erupción produjo un daño difícil de reparar en los cables submarinos que comunicaban al país con el resto del mundo. El gobierno de Tonga anunció que tanto las comunicaciones nacionales como internacionales se cortaron, por completo, el 15 de enero.

El único medio de comunicación disponible son los teléfonos satélites y la radio de alta frecuencia, aunque pueden atravesar ciertos problemas por la nube de cenizas. El cable óptico tiene una longitud de 827 kilómetros desde Tonga hasta Fiyi. Su reparación demoraría 2 semanas y depende de la llegada de un barco especializado.

De todas maneras, la restauración de los servicios podría demorar aún más si la actividad volcánica se mantiene elevada. La rotura ocurrió a unos 37 kilómetros de la costa del país y evidencia la situación vulnerable en la que se encuentra el mundo con respecto a los cables submarinos de fibra óptica. Estos cables se extienden a lo largo millones de kilómetros por todo el planeta.
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