Descubrieron antiguas estrategias de fabricación de hormigón que incorporaban varias funcionalidades clave de autocuración. (Foto: Envato)

El ingrediente secreto que usaban los romanos para las edificaciones

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Las construcciones romanas llenan el territorio nacional actualmente, unas edificaciones que se han mantenido en buenas condiciones durante años. De este modo, los científicos se han centrado en descubrir el secreto de la gran duración que consigue el hormigón romano. 

Así lo abordó un nuevo estudio publicado en Science Advances, que ha descubierto que una antigua e inesperada estrategia de fabricación puede ser la clave de que el hormigón romano haya durado milenios.

Los antiguos romanos eran maestros de la ingeniería y construyeron vastas redes de carreteras, acueductos, puertos y enormes edificios, cuyos restos han sobrevivido durante dos milenios.

Muchas de estas estructuras se construyeron con hormigón, como el Panteón de Roma, que tiene la cúpula de hormigón no armado más grande del mundo y fue consagrado en el año 128 d.C. y sigue intacto, o algunos acueductos romanos que siguen suministrando agua a Roma en la actualidad, frente a muchas estructuras modernas de hormigón se han derrumbado al cabo de unos decenios.

Los investigadores llevan décadas intentando descubrir el secreto de este antiguo material de construcción ultrarresistente, sobre todo en estructuras que soportaban condiciones especialmente duras, como muelles, alcantarillas y malecones, o las construidas en lugares sísmicamente activos.

Ahora, un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, y laboratorios de Italia y Suiza ha avanzado en este campo, descubriendo antiguas estrategias de fabricación de hormigón que incorporaban varias funcionalidades clave de autocuración.

Durante muchos años, los investigadores han supuesto que la clave de la durabilidad del hormigón antiguo se basaba en un ingrediente: material puzolánico como la ceniza volcánica de la zona de Pozzuoli, en la bahía de Nápoles.

Este tipo específico de ceniza se transportaba incluso por todo el vasto imperio romano para su uso en la construcción, y se describía como ingrediente clave del hormigón en los relatos de arquitectos e historiadores de la época.

"Desde que empecé a trabajar con el hormigón romano antiguo, siempre me han fascinado estas características", afirmó en un comunicado el profesor de ingeniería civil y medioambiental del MIT Admir Masic, autor del estudio junto a la antigua estudiante de doctorado Linda Seymour y otros cuatro investigadores. "No se encuentran en las formulaciones de hormigón modernas, así que ¿por qué están presentes en estos materiales antiguos?", indicaron. 
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