Durante la erupción en Pompeya, los individuos quedaron sepultados bajo una capa de ceniza y materiales piroclásticos, los cuales posteriormente fueron cubiertos por lava y se solidificaron.
Con el tiempo, los cuerpos se descompusieron, dejando solo los huesos, algunas prendas de vestir y los espacios vacíos entre las cenizas solidificadas, conocidos como impresiones.
Desde 1860, el arqueólogo Giuseppe Fiorelli desarrolló un método para obtener réplicas de yeso de las víctimas, conocidas como calcos, que representan de manera precisa a cada individuo en la posición en la que falleció.
Este análisis químico de los huesos de los calcos de Pompeya es un hecho sin precedentes, ya que es la primera vez que se otorga un permiso para llevar a cabo tal investigación.
Los expertos de la Universitat de València, Gianni Gallello y Llorenç Alapont, quienes lideran esta investigación, destacan la importancia de este análisis para obtener información valiosa sobre los procesos postdeposicionales que ocurrieron alrededor del momento de la muerte y después de la misma, así como para determinar los efectos de la cal en los restos óseos de Pompeya.
El estudio incluyó la creación de un modelo de calibración utilizando huesos quemados de Pompeya, huesos quemados de la necrópolis Ostiense de Roma del mismo período y huesos de la necrópolis islámica de Colata en Valencia. Los datos elementales de los huesos y la cal se cruzaron con los obtenidos de los calcos.
La investigación reveló que las altas temperaturas a las que fueron sometidos los huesos se produjeron después de la muerte, con resultados similares a los de la cremación.
Según Llorenç Alapont, las víctimas de Pompeya probablemente fallecieron debido a la inhalación de gases tóxicos antes de que sus huesos fueran sometidos a las altas temperaturas provocadas por las olas piroclásticas y las corrientes de magma.
La fluorescencia de rayos X se utilizó como una técnica no invasiva y portátil para identificar huesos no contaminados por cal y aquellos que habían experimentado impacto térmico, lo que podría ser útil para futuros análisis genéticos o de isótopos.
Además de los análisis químicos, se realizaron estudios antropológicos y tafonómicos de los calcos para relacionar la posición y ubicación de los cuerpos con el impacto térmico, lo que confirmó que esta situación se produjo después de la muerte de las víctimas.
En resumen, la investigación sugiere que las víctimas de Pompeya, en su intento de huir, murieron rápidamente debido a la asfixia causada por las cenizas y gases volcánicos, que las cubrieron en cuestión de segundos durante la erupción.
Esto contrasta con la población de Herculano, más cercana al Vesubio, donde los habitantes fueron abrasados por ondas piroclásticas a temperaturas superiores a los 500 grados.
Y ABRASADAS
Los calcos de Pompeya confirman las muertes por asfixia

Un análisis de los calcos de Pompeya revela nuevos datos de las muertes. (Foto: Alapont et al., CC-BY 4.0)
"Cuando sus huesos sufrieron los efectos de las altas temperaturas por las olas piroclásticas y las corrientes de magma, las víctimas ya habían fallecido, probablemente por la inhalación de gases tóxicos.
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